sábado, 7 de febrero de 2015

DATOS DE LA VIDA DE MONS. DOMINGO ROA PÉREZ



Monseñor Domingo Maximiliano Roa Pérez nació el 21 de febrero de 1915 en El Cobre, municipio José María Vargas del estado Táchira y falleció el 1 de enero de 2000. Fue un sacerdote católico y quinto obispo deMaracaibo tomando posesión el 11 de marzo de 1961, entre 1961 y 1992 fue nombrado Arzobispo de Maracaibo. Para el momento de su deceso cumplía como Vicario General de la Arquidiócesis de Maracaibo. Promovió en el Zulia la creación de una nueva Diócesis, fundó 26 parroquias, construyó 60 templos y ordenó más de 40 sacerdotes.

En 1962, 1964 y 1965 participó en el Concilio Vaticano II.

El 23 de diciembre de 1992 se retiró pasando a ser arzobispo emérito de Maracaibo.

En 1994 es nombrado Administrador Apostólico de la naciente Diócesis de El Vigía-San Carlos del Zulia, la cual funda, organiza y prepara para ser entregada a su II Obispo Mons. William Delgado Silva. En junio de 1999 regresa a Maracaibo y es nombrado por el Administrador Apostólico Mons. Tulio Manuel Chirivella, Vicario General de la Arquidiócesis cargo que ejerció hasta su fallecimiento en Maracaibo el 1 de enero del 2000.

Monseñor Domingo Roa Pérez : Un Gran Obispo


  Por. Pbro. Eduardo Ortigoza
Monseñor Domingo Roa Pérez es gratamente recordado como el Obispo andino que vino dispuesto a sembrarse en el Zulia. Esa fue su intención, declarada en sus primeras palabras como Obispo del Zulia el 13 de marzo de 1961, "..desde hoy el Zulia será el objeto de mis permanentes desvelos". Con su apariencia, tímida y reservada, de hombre recién bajado de la montaña fue penetrándose en el tejido de esta cultura zuliana y maracaibera. Hombre amante y defensor de la democracia y de la libertad que llegaba al Zulia a pocos meses de haberse aprobado una nueva Constitución de la República de Venezuela. En esta tierra emprendería sus más grandes proyectos.
Rápidamente se convirtió en abanderado por la defensa de la dignidad humana, por la protección de la familia, por el progreso integral de la región y por la reivindicación de la región zuliana ante el centralismo caraqueño.
Siendo un convencido que el anuncio del Evangelio estaba destinado no solamente a los que van a los templos, sino a todos y en todas partes, valoraba la utilización de los modernos medios de comunicación social. Con este propósito, fortaleció la emisora de Radio La Voz de la Fe y el Diario La Columna, y promovió la creación del Canal 11 del Zulia, con sus extensiones en Lara y Carabobo; y estimuló el nacimiento de las emisoras de Radio NC Estéreo y Lumen 2000. Al momento de entregar la Arquidiócesis de Maracaibo, en 1993, dejaba en pleno funcionamiento un periódico de circulación diaria con 69 años de existencia, tres emisoras de radio y una red de televisoras regionales.
Durante sus 32 años de episcopado en el Zulia promovió la creación de una nueva Diócesis, creó 26 parroquias eclesiásticas, construyó 60 templos, ordenó más de 40 sacerdotes zulianos. Promovió a 5 sacerdotes del clero maracaibero para que fueran elevados a la dignidad episcopal para trabajar al frente de diócesis como Cumaná, San Carlos de Cojedes, Valencia, Cabimas, Barinas.
Como Obispo y ciudadano demócrata se preocupaba constantemente por Venezuela y por América Latina. Así lo manifestaba en sus Cartas Pastorales ante los diversos problemas del país, y en su trabajo como Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Igual preocupación tenía por ser solidario con los Obispos perseguidos o en peligro. Siempre estuvo al lado del Cardenal Obando en Managua, a quien ayudaba espiritualmente y con sus frecuentes visitas, como también procuraba estar cercano al mártir de la fe latinoamericana Mons. Oscar Romero en El Salvador.
Incansablemente predicaba sobre los peligros del ateísmo y el progreso de las doctrinas marxistas en América Latina y en el mundo, En 1963 publicó una Carta Pastoral en la que advertía sobre los peligros del comunismo para Venezuela, y decía: “Todavía es tiempo de evitar la catástrofe de otros países que fueron dominados por el comunismo, cuya astucia, maldad y espíritu diabólico, no se ponderará y pondrá al descubierto en su auténtica realidad. Como la enfermedad, solamente los que han sufrido podrían apreciarlo.” Cuánta razón tenía en sus reflexiones y en sus advertencias.
Educación para los más pobres
El 07 de enero de 1969, después de las celebraciones navideñas, Mons. Roa Pérez comenzaba a poner por obra la palabra comprometida a su llegada al Zulia: “Multiplicaremos nuestros esfuerzos y diligencias a fin de que llegue a más niños y jóvenes el beneficio inestimable de la educación”.
En territorios del sur de Maracaibo, en terrenos ocupados por el urbanismo desordenado, nacía la Escuela Arquidiocesana Madre Laura. Una construcción modesta con techos de zinc, unas aulas construidas con aportes de empresarios amigos y una humilde vivienda para las religiosas venidas de Colombia. Era la primera de las muchas instituciones educativas que nacerían de las manos de este Obispo profundamente enamorado de la educación.
Sus palabras, el 1 de abril del año 1981 con motivo de recibir la Orden Andrés Bello, revelan los orígenes de su Proyecto Educativo: “Al llegar a Maracaibo tuve la enorme alegría de ver que la iglesia contaba con varios colegios católicos…, para la educación de la clase media y alta, pero en cambio, los marginados y las clases humildes, no tenían ese privilegio. Yo me propuse ampliar ese radio de acción creando más escuelas para las zonas marginales con el objeto de multiplicar el beneficio inestimable de la educación cristiana, …sólo Dios sabe los caminos recorridos en este programa, las fatigas y las copas amargas apuradas para darles nuevos centros de formación cristiana gratuita a los niños pobres de la Arquidiócesis.”
Proseguía monseñor Roa en el mismo Discurso: “Con este plan estamos haciendo una obra de Patria y de Iglesia y en ella se unen muchas fuerzas para realizar el bien: El ejecutivo Regional, las abnegadas Religiosas, los maestros y maestras, las instituciones privadas y personas. Las Escuelas son centro de convergencia y un aporte sincero y leal en el gran compromiso de la educación.  La Iglesia al abrir escuelas no pretende suplantar a nadie, sólo se propone ayudar y contribuir en la formación del hombre integral, del nuevo venezolano.”

Con el paso del tiempo y a lo largo de estos cuarenta años han continuando esparciéndose las Escuelas Arquidiocesanas por el territorio del Estado Zulia. Son veintinueve Escuelas, presentes en cinco Municipios del Estado Zulia. Trece en Maracaibo, diez en San Francisco, tres en Páez, dos en Mara y una en La Cañada de Urdaneta.
Abarcan desde la etapa inicial de la educación hasta llegar al final de la educación media diversificada y profesional. Veinte mil alumnos, mil quinientos empleados, veinte y un mil egresados. Estos son los que directamente hacen posible este proyecto educativo con su presencia, estudio y diario trabajo.

Establecer escuelas católicas para los niños pobres. Ese fue el proyecto de monseñor Roa. Así se ha continuado en el tiempo. Desde siempre, grandes necesidades han acompañado y todavía acompañan este trabajo.


Monseñor Domingo Roa Pérez



Esta ponencia fue realizada en la presentación de los trabajos finales de la cátedra Prácticas Profesionales III  de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNICA, en la cual el presbístero Eleuterio Cuevas, párroco de la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá,  hace referencia a que la Universidad Católica "Cecilio Acosta" fue uno de los grandes sueños de nuestro amado Arzobispo Emerito  y de feliz memoria Monseñor Roa, muchas fueron las noches oscuras que tuvo que pasar para lograr lo que hoy tenemos como Universidad, muchos fueron los escollos que hubo que cortar para que pudiera germinar este gran árbol  de la sabiduría, de la ciencia, de la investigación y de las artes, escollos que aun están en el silencio y que algún día se conocerán para terminar de fortalecer  y consolidar este gran Templo del Saber.
 
 Pbro. Eleuterio Cuevas

Excelentísimo Señor Arzobispo de Maracaibo Monseñor Domingo Roa Pérez, nació en el Cobre, Municipio Vargas, del Estado Táchira, el día 21 de febrero de 1915. Hijo legítimo de Don Quiterio Roa y Doña Juana Pérez de Roa.
Estudió su instrucción elemental en su ciudad natal y en Pamplona Colombia: Ingresa al Seminario el 1 de octubre de 1929 bajo la mano paternal de Mons. Tomás San Miguel, hasta el 13 de julio de 1934, en septiembre ingresa al Seminario Interdiocesano de Caracas donde realiza estudios de Filosofía  y Teología, culminando sus estudios el 08 de octubre de 1938. El 28 de octubre del mismo año viaja a Roma para ingresar al Colegio Pio Latino Americano, inscribiéndose como alumno de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, le acompañan los futuros Monseñores, Rojas Chaparro, Rincón  Bonilla y Raúl Méndez Moncada, este último regresa a los pocos días enfermo por el duro invierno Europeo, vale la pena mencionar que a los cuatro los llamaban (los 4 R del Táchira). Sus estudios en Roma fueron cancelados por el Presidente de Venezuela Eleazar López Contreras, persuadido por el Capellán de Miraflores Mons. Moncada, tío de Raúl Méndez Moncada.
Recibió la ordenación Sacerdotal el 12 de abril de 1941 de manos del Excelentísimo Mons. Luis Traglia, al día siguiente celebra su primera Misa. Después de su Ordenación permanece en Roma hasta el 22 de julio de 1941, cuando regresa a la Patria, haciendo la revalidación de su título y recibiendo de la Universidad Central de Venezuela el título de Dr. en Teología.
Al llegar a San Cristóbal es recibido por el gran Obispo Mons. Rafael Arias Blanco, quien influye prontamente en el recién llegado Presbítero, por la  majestuosidad de su persona y la capacidad de acción en su Ministerio, terminando la formación del Padre Roa.
Sus primeras responsabilidades Pastorales asignadas por Mons. Arias Blanco, es ser Vicario Cooperador en la Parroquia San Juan Bautista de Colón y Profesor del Colegio Sucre en Colón, cargos desempeñados hasta el 23 de noviembre de 1943, cuando es designado Cura Párroco de la Parroquia San José de Bolívar, donde puso de relieve sus dotes de verdadero Ministro del Señor.
En 1946 atendiendo las labores de Capellán del Asilo de San Antonio, es nombrado Director del Diario Católico de San Cristóbal sustituyendo al Pbro. Dr. Carlos Sánchez Espejo, realizando una gran labor periodística.
El 24 de junio 1947 siendo aun Director del Diario Católico es designado Párroco de Nuestra Señora de Coromoto donde permanece por cuatro años, construyendo 2 colegios, Pio XI  (para niños) y Pio XII (para Niñas), y  luego el Templo Parroquial.
El 30 de marzo de 1951 es designado Vicario General de la Diócesis de San Cristóbal, labor que realiza el hasta el 3 de octubre cuando es electo por el Papa Pio XII, Obispo de Calabozo. Es consagrado por el Sr. Nuncio Mons. Rafael Forni, en la misma Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Coromoto.
En 24 noviembre de 1957 a los 8 días es recibido en Calabozo. Tres años y tres meses trabajo Mons. Roa en Calabozo y en la Prelatura Apostólica de Apure. Como Obispo y maestro se preocupó en construir y equipar el seminario de la Diócesis, construye la casa hogar para niñas que funcionaba al lado de la Catedral y refacciona esta vieja casa y la deja lista para la fundación del colegio Coromoto.
El 16 de enero de 1961 fue electo como quinto Obispo de la Diócesis de Maracaibo, de la que tomó posesión canónica el 11 de marzo de 1961. Los primeros años del Obispo Roa, fueron de recorrer y conocer la Diócesis, las tierras de misión como el Sur del Lago y el futuro territorio de Costa Oriental del Lago recibieron los desvelos pastorales del nuevo Obispo, la urgente necesidad del Clero, la promoción de las vocaciones, la convocatoria del Concilio Vaticano II, la construcción de Templos y sitios de Culto ocuparon los primeros años de actividad Pastoral de Mons. Roa.
Por su preocupación Pastoral promovió, y organizó la nueva Diócesis de Cabimas, el 26 de julio de 1965, entregándole al nuevo Obispo Mons. Constantino Maradei Donato, un buen número de Sacerdotes y Parroquias organizadas.  Lo que hace que la pujante región Oriental del Lago hoy sienta la presencia de la Iglesia como la primera promotora del desarrollo integral de esa importante región, en la celebración de sus 45 años de Diócesis.
Por la “Bula Regimene Suscepto” de S.S. Pablo VI, con fecha de 30 de abril de 1966 fue creada la Arquidiócesis de Maracaibo y fue designado como Primer Arzobispo.
En Marzo de 1968 conservando el título y oficio de Arzobispo de Maracaibo, fue nombrado: Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Mérida, misión que cumplió hasta octubre de 1969, cuando fue elegido el Arzobispo titular de aquella Arquidiócesis.
Durante su Gobierno en Maracaibo dedicó especial atención pastoral al Seminario, creación de nuevas Parroquias, los Medios de Comunicación Social y la Construcción de Iglesias y Colegios en las Barriadas de la ciudad. Durante su gobierno se ordenaron 40 nuevos Sacerdotes los cuales prestan sus servicios a la Arquidiócesis y a diferentes comunidades religiosas. Se ordenaron 5 Obispos.
En 1970 inauguró una nueva experiencia en la formación de jóvenes a nivel del Seminario Menor. En 1975 inició por primera vez en la Historia de la Diócesis el Seminario Mayor, con el Primer Año de Filosofía. Actualmente el Seminario cuenta con 50 seminaristas mayores y 06 seminaristas menores.
Los medios de Comunicación Social de la Arquidiócesis, como instrumento moderno de evangelización fueron sus grandes preocupaciones y de mayores sacrificios, la Arquidiócesis cuenta con un periódico, - Diario “La Columna” (actualmente cerrado) – y dos estaciones de Radio, “La Voz de la Fe” y “90.9 La Chiquinquireña FM”, renovado a una potencia 100 KW de salida. En “La Voz de la Fe” se hizo escuchar todas las semanas en un programa de amplia sintonía “La Voz del Pastor”, donde el Obispo enseñaba e informaba al pueblo de su labor pastoral.  En Niños Cantores Televisión transmitió todos los domingos el programa “Cátedra”.
         
Desde su llegada su gran preocupación fue la presencia de la Iglesia en las áreas marginales tan extensas y abandonadas. Esta inquietud lo llevó a la construcción y asistencia directa  de Colegios Religiosos dependientes de la Arquidiócesis bajo la dirección de Congregaciones Religiosas. En la actualidad esta experiencia consta con 23 colegios y 4 preescolares, con una población estudiantil de 36.000 niños, más un Liceo (Mons. “Juan Hilario Bosset”) con una población estudiantil de 1.600 de Primer Año a Quinto Año.
Como miembro del Colegio Episcopal participó en el Concilio Vaticano II en las sesiones correspondientes a los años 1962, 1964, 1965, como Ordinario de Maracaibo.
Asistió a la 2da. Conferencia General del CELAM. En Medellín, en Agosto de 1968, por nominación expresa de la Santa Sede.
Intervino en III Sínodo de Obispos, como miembro elegido por la Conferencia Episcopal Venezolana, en septiembre de 1974. Asistió a la III Conferencia del CELAM en “Los Ángeles de Puebla” en enero de 1979.
Como miembro de la Conferencia Episcopal Nacional, participó y presidió diversas comisiones nacionales, entre otras, Catequesis, Apostolado Seglar, Medios de Comunicación Social, Seminarios.
        
A su llegada a Maracaibo existían 31 Parroquias, para atender a 8 de los diez distritos que componían el Estado Zulia. Después de 32 años de trabajo la Arquidiócesis cuenta con 60 Parroquias, para servir al territorio de la Arquidiócesis.
Muchos hombres y mujeres hablaron, hablan y hablaran de Mons. Domingo Roa Pérez, sin embargo quiero hacer referencia a la definición que hizo el Excelentísimo Mons. Mariano Parra León, Obispo de Cumaná el 20 de noviembre de 1982, cuyos cien años de nacimiento estamos celebrando en este año 2011:
“Imposible en unas breves líneas destacar una por una todas las virtudes que adornan la personalidad de Mons. Roa Pérez. Tan sólo quiero destacar una de sus mejores galas espirituales, como es la firmeza en los principios y su defensa decidida y valerosa ante cualquier circunstancia.
Domingo Roa Pérez es un hombre de una sola facha. Para él no hay virajes tortuosos ni situaciones condicionadas. Cuando se traza una línea, la sigue imperturbable, sin  inmutarse ante las dificultades ni siquiera ante de los peligros. Así gobernó a Calabozo y gobernó a Mérida. Así ha venido dirigiendo y guiando a la Arquidiócesis de Maracaibo. Celoso de su dignidad; pero, más celoso de su compromiso como Pastor de la Grey Zuliana. Yo lo admiro por la firmeza de sus principios. Casi diría que es terco con lo que sostiene y nadie ni nada lo hace ir hacia atrás. Los hombres de su talla no siempre conquistan admiradores, porque, lamentablemente, hoy se admiran,  por lo menos por fuera y desde afuera, los hombres veletas, indecisos, acomodaticios a las circunstancias. Sin embargo, no son pocos los que veneran a Monseñor Roa, justamente por lo que vale esta virtud que he querido destacarle. Se la reconocen y lo aprecian de verdad.
Justamente, Monseñor Roa Pérez se distingue por esa rectitud por la cual pone todo su entusiasmo y toda su pasión en orden a la educación y formación de los niños y de la juventud de su Arquidiócesis, por la cual dedica esfuerzos, sacrificios, insomnios, dificultades y hasta negaciones. Monseñor Roa Pérez es un hombre que mira siempre hacia delante y se angustia profundamente ante la negación de la personalidad que caracteriza hoy a la educación venezolana. Por eso se revela ante la irresponsabilidad de los maestros, de los forjadores de la futura generaciones, cuando comprueba que no cumplen con el deber, sino que son unos simples cobra-sueldos que chupan al Estado la sangre que ellos deberían derramar para formar nuevas generaciones. Y por eso, Monseñor Roa Pérez ha fundado y sostiene, con mil esfuerzos y sacrificios, los pocos institutos de educación en los barrios de Maracaibo.
A Monseñor Roa Pérez le duele la situación del pueblo y por eso, se subleva ante la inhumanidad de los médicos que han convertido su noble y humanitaria profesión en una fórmula comercial y las clínicas en poco menos que en oficinas bancarias; y se indigna ante la comercialización que hacen los abogados en sus bufetes al destrozar la justicia y transformarla en bolsa de comercio; y se resiste ante la dureza del corazón de los ricos que amontonan dinero sobre dinero y jamás sienten ablandárseles el corazón ante tanta injusticia y abandono social como reina en el ambiente zuliano, mientras avientan millones en lujosísimas quintas y en la celebración de bodas fastuosas, que hieren el corazón de los que nada tienen y hasta padecen hambre.
El Zulia, agradecido, recordará siempre la labor moralizadora y humanizante de este insigne Pastor y mantendrá vivo el recuerdo del hombre que, desde su sitial Arzobispal, fustigó a los inmorales, señaló caminos a los gobernantes politizados y ladrones, censuró a los políticos corrompidos, criticó a los comerciantes de la salud y del bienestar del pueblo zuliano y se preocupó constante y sacrificadamente por el bienestar de las zonas depauperadas de su Arquidiócesis.”
Desde 1978, hasta 1984 ejerce la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana.  El 11 de febrero de 1993 entrega la Arquidiócesis de Maracaibo al segundo Arzobispo Mons. Dr. Ramón Ovidio Pérez Morales.  Como Arzobispo Emérito funda la escuela “María Auxiliadora” y la Iglesia de “San Pancracio” en el Barrio Nuevo Horizonte.  En 1994 es nombrado Administrador Apostólico de la naciente Diócesis de El Vigía-San Carlos del Zulia, la cual funda, organiza y prepara para ser entregada a Mons. William Delgado Silva.
 En junio de 1999 regresa a Maracaibo y es nombrado por el Administrador Apostólico Mons. Tulio Manuel Chirivella, Vicario General de la Arquidiócesis, cargo con el cual muere el 01 de enero del año 2000, después de haber inaugurado el Jubileo del Año 2000, el 25 de diciembre de 1999 en la Santa Iglesia Catedral de Maracaibo.
El proyecto educativo de Mons. Domingo Roa Pérez.
El proyecto educativo de Mons. Domingo Roa Pérez está inspirado en la experiencia mil milenaria de la Iglesia, en lo que a educación se refiere, no está plasmado como tal en un documento completo pero si está en muchos de sus discursos y cartas pastorales, homilías y programas de radio, está inspirado en el pensamiento del Papa Pío XII en su alocución al pueblo de Venezuela el 1 de septiembre de 1952 con motivo de los 300 años de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, enseñanzas que vinieron a clarificar lo que ya había comenzado en la parroquia Coromoto de San Cristóbal.
Ese mismo año el Papa Pio XII habló a las religiosas en la clausura del Congreso Mundial de Religiosas Educadoras, realizado en Roma en marzo de 1952.  Ya como Obispo y habiendo participado en las cesiones del Concilio Vaticano II y con los documentos “Lumen Gentium” y “Gaudium et Spes” y más tarde el documento de la Sagrada Congregación para la Educación Católica del 19 de marzo, clarificaron y fortalecieron definitivamente el proyecto educativo de Mons. Domingo Roa Pérez, puesto en práctica en Maracaibo y sintetizado en su discurso dirigido al Ciudadano Ministro de Educación en el año 1981 con motivo de recibir la Orden Andrés Bello.
Me permito mencionar parte de ese discurso…
“Por misión y consagración, como queda dicho y también por un convencimiento muy personal arraigado en mi alma durante los lejanos años del Seminario, yo he sido ya desde los albores de mi sacerdocio un incansable luchador por la causa de la escuela católica, que se ha concretado en realizaciones crecientes a medida del aumento de mis responsabilidades eclesiales. Fui profesor en el Liceo Sucre de Colón del Táchira al empezar el ejercicio del ministerio pastoral. Nombrado Párroco de la insipiente Parroquia de nuestra Señora de Coromoto, en San Cristóbal, antes de construir el templo, del cual carecía, funde dos escuelas una para niños y otra para niñas, al costado del sitio reservado a la edificación.
Cómo quise yo aquellas escuelas y cuantos desvelos por su eficiente funcionamiento.
Obispo de calabozo, no sólo me esforcé por darle un edificio cómodo, amplio y funcional al Seminario, centro de formación de los nuevos sacerdotes, sino también, pidiendo a los amigos y personas pudientes, dejé muy adelantado un local sólidamente construido para una escuela gratuita destinada a niñas pobres.
Al llegar a Maracaibo tuve la enorme alegría de ver que la Iglesia contaba con varios colegios católicos florecientes y muy bien reputados, para la educación de la clase media y alta, pero en cambio, los marginados y las clases humildes, no tenían ese privilegio.
Solamente había dos escuelas gratuitas católicas, una en Mene Grande en territorio ahora de la Diócesis de Cabimas y otra en Maracaibo, del llorado e insigne sacerdote zuliano, Ilmo. Mons. Olegario Villalobos.
Pasó algún tiempo. Luego llegó la meritoria Institución Fe y Alegría que abrió sus puertas a los niños pobres y siempre con muchos sacrificios.
Yo me propuse ampliar ese radio de acción creando más escuelas para las zonas marginales con el objeto de multiplicar el beneficio inestimable de la educación cristiana, como nos lo recomendara el Gran Pio XII, en el mensaje a los venezolanos con motivo de la coronación de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona Nacional.
Queridos zulianos, sólo Dios sabe los caminos recorridos en este programa, las fatigas y las copas amargas apuradas para darles nuevos centros de formación cristiana gratuita a los niños pobres de la Arquidiócesis.
Aquí están en plena ejecución las directrices dadas en Puebla de “la opción preferencial por los pobres”. Con este plan estamos haciendo una obra de Patria y de Iglesia y en ella se unen muchas fuerzas para realizar el bien: El ejecutivo Regional, estupendo patrocinador de estas escuelas arquidiocesanas…  las abnegadas Religiosas, puestas al frente de estos planteles, los maestros y maestras que tienen que hacer resistencia en el cumplimiento de su deber a corrientes disolventes, supremamente contrarias al bien del país, ayudan y respaldan estas escuelas, por su bondad, instituciones privadas y personas.  Son ellas un centro de convergencia y un aporte sincero y leal en el gran compromiso de la educación.
Todos vibramos y vemos con alegría como se llenan sus aulas y crece la petición de cupos…
La Iglesia ha dado grandes ciudadanos a la nación con la obra de su educación específica y sé que los quiere seguir dando.  Los pobres las buscan con preferencia y desean que se multipliquen.  Un día esta tierra bendecirá a manos llenas estos centros que tendrán también dentro de poco otras obras complementarias para la formación artesanal de sus alumnos.
La familia, ha dicho un escritor castellano, es el yunque donde se forja el espíritu de la raza, donde se temple el alma de los pueblos.  Receptáculo de las tradiciones, transmisora de los atavismos de sangre y espíritu, troquel en que se acuña el cuerpo y el alma de los hijos de un mismo pueblo, la familia es la que d esta tenacidad de los elementos que individualizan una civilización o raza.  En ella, a su vez, se defiende la sociedad de las invasiones de todas las plagas sociales.
Lamentablemente la familia pobre, la que no tiene como escoger la escuela de su preferencia para los hijos por falta de dinero, es la gran silenciosa, está sin voz ni voto, se le margina en absoluto.  En los conflictos gremiales por asuntos escolares es la gran ausente.  Sin embargo, ella es la primera interesada porque se trata de algo que es parte de su vida; los hijos.  La escuela no es para el Estado, ni siquiera para los padres de familia y menos para los maestros, es para los niños,  cuyos primeros responsables son los padres de familia.  Se habla tantas veces de empleados y empleadores en referencia con los maestros y es Estado que paga el sueldo, como si se tratara de una fabrica de ladrillos o de ventanas y puertas de hierro.  Pobres padres de familia que esperaron de sus hijos una corona de rosas y por la mala educación se convierten en una de espinas.
La familia debe ser oída en lo relativo a sus derechos en materia escolar y no solo oída, sino atendida.  Cerrarle al niño las puertas del aula es un crimen de lesa patria, el más lamentable de todos los atropellos, el más grave peligro para Venezuela, en la cual está imponiéndose el dinero por encima de los grandes principios morales y altos valores del espíritu.”
De esta exposición de Mons. Roa, podemos ilustrar las líneas de su proyecto educativo:
1. Recuperar la dignidad
Los resultados de la educación en Venezuela nos hablan que de 100 niños inscritos en Primer Grado sólo 57 culminan el Sexto Grado, 25 finalizan el Ciclo Básico, 20 logran el título de Bachiller y 3 coronan una carrera universitaria (Memoria del Ministerio de Educación 1974).  La Iglesia busca devolver a la gente la confianza en sus propias capacidades, en la posibilidad de enfrentar con decisión y en colaboración estrecha con la familia y el gobierno, los múltiples problemas que afectan la situación de la educación en el País.  La Iglesia cree y decide dar pasos para superar esta situación (Carta Pastoral de los Obispos sobre Educación y Futuro Nacional 15 de enero de 1976).  No se trata de una prédica ilusionista y vacía de contenido, sino de una posibilidad muy real, como lo demuestran las múltiples iniciativas que han surgido en los barrios a través de las escuelas arquidiocesanas, la gran experiencia de instituciones como Fe y Alegría, institución ampliamente conocida a nivel nacional e internacional, la cual es un ejemplo concreto de cómo se puede educar bien a los más pobres sin dejarse llevar por el desaliento o las dificultades que surgen a cada paso.
El problema ha sido hasta ahora de tipo político, más que educativo o económico, porque para definir esos y otros parámetros de reforma se han tomado en cuenta solamente los efectos de propaganda que ejercían declaraciones retóricas sobre extensión de la educación, inauguración de instituciones educativas, gratuidad de la enseñanza a todos los niveles, etc. Es hora de establecer criterios realistas y a largo plazo, que orienten la distribución equilibrada del presupuesto educativo, con mayor atención al Preescolar y a la Básica; que limiten la gratuidad de la educación oficial a los que realmente no puedan pagar; que diseñen reformas educativas bien validadas y confrontadas con los docentes y la comunidad educativa; que promuevan la formación de docentes con gran sentido vocacional y bien pagados; que racionalicen y hagan eficaz el servicio de los técnicos educativos.
2. Promover la lectura, escritura y el razonamiento matemático.
Mons. Roa decía con frecuencia que hay niños en las escuelas que leen como la gallina bebiendo agua y no puede ser, cuentan con los dedos y les sobran dedos o le faltan dedos; de allí que en las escuelas arquidiocesanas hay que enseñar a leer y escribir correctamente, hay que enseñarles las operaciones básicas de suma, resta, multiplicación y división.  La inmensa mayoría de los niños aprenden poco y mal, pierden su tiempo lastimosamente y no adquieren los hábitos fundamentales de regularidad en el trabajo, del sentido de la responsabilidad y el orgullo de la obra bien hecha, condiciones que son indispensables para que el niño pueda continuar el proceso de la enseñanza comenzado en el kinder.  Ante esta frustración, las familias desincorporan a los hijos de la escuela y los incorporan prematuramente al campo de trabajo ya que no le ven al estudio ninguna utilidad o beneficio.
3. La capacitación para el trabajo:
Mons. Roa respaldó incansablemente la labor del Padre Emilio Blaslov en la A.P.E.P.  Desde la Conferencia Episcopal promovió la construcción y equipamiento de talleres en toda Venezuela.  Mons. Roa fue el gran impulsor del convenio INCE-IGLESIA y buscaba de esta forma no solamente que en niño fuera adiestrado para un oficio sino también la creación de actitudes fundamentales para la vida útil y productiva, la satisfacción de hacer bien las cosas, la responsabilidad en el trabajo encomendado, constancia y empeño, superando dificultades inherentes al esfuerzo intelectual o manual, gusto por el conocimiento práctico, etc.  Haciendo descubrir al alumno que la capacitación para el trabajo lo ubica en relación amplia en el futuro campo de trabajo y el desempeño de múltiples obligaciones y compromisos adquiridos.
4. Rescatar la vocación del docente.
El éxito de las escuelas arquidiocesanas está en su personal: directivo, administrativo, docente y obrero; cada escuela debe ser un templo a la sabiduría y a la grandeza del hombre como persona e hijo de Dios.  Mons. Roa recomendó ampliamente a las Hermanas la atención a los maestros para lograr alcanzar la mística de un servicio profesional de alta calidad y entrega sacrificada a los alumnos que al final la sociedad reconocerá.
En la Carta Pastoral Colectiva del Episcopado sobre Educación y Futuro Nacional, los Obispos llaman a todos los docentes venezolanos, cualquiera que sea el área o programa que le este asignado a cumplir los objetivos propuestos por la constitución y lo cumplirán en la medida en que con mística de amor y de servicio respondan a su alta vocación como fieles soldados de una nueva gesta liberadora.  De ellos más que de las leyes depende el futuro de la patria.  Por ello, el educador debe mantenerse en formación permanente y corroborar su enseñanza con el ejemplo de su propia vida.  La capacitación, laboriosidad y responsabilidad serán el mejor instrumento educativo para el ansiado desarrollo integran del país.  La docencia no debe ser considerada ni ejercida como una profesión más ni como un simple medio de subsistencia ni mucho menos como una desaforada carrera tras el dinero, ni tampoco como una plataforma de proselitismo ideológico y partidista.
5. Participación de la familia en la escuela.
En las distintas reuniones con las hermanas Mons. Roa insistía en la vida comunitaria de las religiosas “ustedes son el hogar en donde los padres de familia se fijan como viven, si su casa esta limpia, arreglada y en orden, si ustedes viven en paz, ayudándose, socorriéndose una a otra, siendo solidarias entre sí y dispuestas siempre al servicio, ustedes serán ya el ejemplo vivo de cómo tiene que ser la familia y la casa del niño” “hay que trabajar con los padres de familia para que ellos sientan la escuela como propia, colaborar en sus mejoras, en el mantenimiento de las instalaciones físicas, hay que animar a los padres para que trabajen en la vigilancia y participen de los planes conjuntos de información y prevención del mal, para evitar el grave flagelo de la droga y la delincuencia, hay que crearles conciencia acerca de la responsabilidad que les compete en la educación de los hijos y el la colaboración estrecha que deben brindarle a la escuela”.

Para Finalizar Cuevas expresó "al recordar a Mons. Roa debemos reafirmar sus ideales, principios y conceptos: respeto a la individualidad de cada alumno y a su ser como persona, la necesidad de entroncar la educación con el bien común, con el bienestar y progreso social, para afianzar y enriquecer los valores de identidad nacional para fortalecer la conciencia histórica del país, consolidar la soberanía nacional, haciendo de cada escuela un santuario de la sabiduría y del amor a Dios".
La Universidad Católica Cecilio Acosta fue uno de los grandes sueños de nuestro amado Arzobispo Emerito  y de feliz memoria, a quien hemos recordado hoy, muchas fueron las noches oscuras que tuvo que pasar para lograr lo que hoy tenemos como Universidad, muchos fueron los escollos que hubo que cortar para que pudiera germinar este gran árbol  de la sabiduría, de la ciencia, de la investigación y de las artes, escollos que aun están en el silencio y que algún día se conocerán para terminar de fortalecer  y consolidar este gran Templo del Saber.

Monseñor Domingo Maximiliano Roa Pérez

Monseñor Domingo Maximiliano Roa Pérez


Nació el 21 de febrero de 1915 en El Cobre, municipio José María Vargas del estado Táchira y falleció el 1 de enero de 2000. Fue un sacerdote católico y quinto obispo de Maracaibo tomando posesión el 11 de marzo de 1961, entre 1961 y 1992 fue nombrado Arzobispo de Maracaibo. Para el momento de su deceso cumplía como Vicario General de la Arquidiócesis de Maracaibo. Promovió en el Zulia la creación de una nueva Diócesis, fundó 26 parroquias, construyó 60 templos y ordenó más de 40 sacerdotes.

Sus padres fueron Quiterio Roa y Juana Pérez de Roa. solo tuvo dos hermanos Carmela Roa Pérez y Julian Roa Pérez ambos murieron antes que el y los mismos fueron enterrados en su pueblo natal de el cobreIngresó en el Seminario el 1 de octubre de 1934. En septiembre de 1934 se traslada al Seminario Interdiocesano de Caracas donde realizó estudios de Filosofía y Teología. En octubre de 1938, luego de culminar sus estudios viaja a Roma e ingresa en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano y se inscribe en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, sin embargo sus estudios fueron cancelados por el Presidente venezolano Eleazar López Contreras.
El 12 de abril de 1941 recibió su ordenación sacerdotal por Monseñor Luis Traglia. y regresa a Venezuela para revalidar su título en la Universidad Central de Venezuela donde recibió el título de Doctor en Teología.
Se trasladó a San Cristobal y Monseñor Arias Blanco le designó comoVicario Cooperador en la Parroquia San Juan Bautista de Colón y Profesor del Colegio Sucre del mismo pueblo. En noviembre de 1943 fue nombradoPárroco de la Parroquia San José de Bolívar.
El 30 de Marzo de 1951 es designado Vicario General de la Diócesis de San Cristóbal, labor que realiza hasta 1957.
El 3 de octubre de 1957 fue nombrado obispo de la Diócesis de Calabozo y recibió la ordenación episcopal el 24 de noviembre de 1957 de manos del arzobispo Raffaele Forni como consacrador principal y los obispos Antonio Ignacio Camargo (obispo de Trujillo) y Alejandro Fernández Feo-Tinoco(obispo de San Cristóbal) como co-consagradores.
El 16 de enero de 1961 fue nombrado obispo de la Diócesis de Maracaibo y el 30 de abril del mismo año fue elevado a Arzobispo de Maracaibo con motivo de la elevación de la sede a Arquidiócesis.
En 1962, 1964 y 1965 participó en el Concilio Vaticano II.
El 23 de diciembre de 1992 se retiró pasando a ser arzobispo emérito de Maracaibo.
En 1994 es nombrado Administrador Apostólico de la naciente Diócesis de El Vigía-San Carlos del Zulia, la cual funda, organiza y prepara para ser entregada a su II Obispo Mons. William Delgado Silva. En junio de 1999 regresa a Maracaibo y es nombrado por el Administrador Apostólico Mons. Tulio Manuel Chirivella, Vicario General de la Arquidiócesis cargo que ejerció hasta su fallecimiento en Maracaibo el 1 de enero del 2000.




VIDA Y OBRA DE MONS. DOMINGO ROA PÉREZ



Nació en el Cobre, Municipio Vargas, del Estado Táchira, el día 21 de Febrero de 1915. Hijo legítimo de Don Quiterio Roa y Doña Juana Pérez de Roa. Estudio su instrucción elemental en su ciudad natal y en Pamplona Colombia: Ingresa al Seminario el 1 de octubre de 1929 bajo la mano paternal de Mons. Tomas Sanmiguel, hasta el 13 de julio de 1934, en septiembre ingresa al Seminario Interdiocesano de Caracas donde realiza estudios de Filosofía y Teología, culminando sus estudios el 08 de octubre de 1938. 
El 28 de octubre del mismo año viaja a Roma para ingresar al Colegio Pio Latino Americano, inscribiéndose como alumno de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, le acompañan los futuros Monseñores, Rojas Chaparro, Rincón Bonilla y Raúl Méndez Moncada, este último regresa a los pocos días enfermo por el duro invierno Europeo, vale la pena mencionar que a los cuatro los llamaban (los 4 R del Táchira), sus estudios en Roma fueron cancelados por el Presidente de Venezuela Eleazar López Contreras, persuadido por el Capellán de Miraflores Mons. Moncada, tío de Raúl Méndez Moncada. Recibió la ordenación Sacerdotal el 12 de abril de 1941 de manos del Excelentísimo Mons. Luis Traglia, al día siguiente celebra su primera Misa. 
Después de su Ordenación permanece en Roma hasta el 22 de Julio de 1941, cuando regresa a la Patria, haciendo la revalidación de su título y recibiendo de la Universidad Central de Venezuela el título de Dr. En Teología. Al llegar a San Cristóbal es recibido por el gran Obispo Mons. Rafael Arias Blanco, quien influye prontamente en el recién llegado Presbítero, por la majestuosidad de su persona y la capacidad de acción en su Ministerio, terminando la formación del Padre Roa. Sus primeras responsabilidades Pastorales asignadas por Mons. Arias Blanco, es ser Vicario Cooperador en la Parroquia San Juan Bautista de Colon y Profesor del Colegio Sucre en Colón, cargos desempeñados hasta el 23 de noviembre de 1943, cuando es designado Cura Párroco de la Parroquia San José de Bolívar, donde puso de relieve sus dotes de verdadero Ministro del Señor. En 1946 atendiendo las labores de Capellán del Asilo de San Antonio, es nombrado Director del Diario Católico de San Cristóbal sustituyendo al Pbro. Dr. Carlos Sánchez Espejo, realizando una gran labor periodística. 
El 24 de junio 1947 siendo aún Director del Diario Católico es designado Párroco de Nuestra Señora de Coromoto donde permanece por cuatro años, construyendo 2 colegios, Pio XI (para niños) y Pio XII (para Niñas) y luego el Templo Parroquial. El 30 de Marzo de 1951 es designado Vicario General de la Diócesis de San Cristóbal, labor que realiza el hasta el 3 de octubre cuando es electo por el Papa Pio XII, Obispo de Calabozo. Es consagrado por el Sr. Nuncio Mons. Rafael Forni, en la misma Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Coromoto. En 24 noviembre de 1957 a los 8 días es recibido en Calabozo. Tres años y tres meses trabajo Mons. Roa en Calabozo y en la Prelatura Apostólica de Apure. Como Obispo y maestro se preocupó en construir y equipar el seminario de la Diócesis, construye la casa hogar para niñas que funcionaba al lado de la Catedral y refacciona esta vieja casa y la deja lista para la fundación del colegio Coromoto. El 16 de enero de 1961 fue electo como quinto obispo de la Diócesis de Maracaibo, de la que tomó posesión canónica el 11 de Marzo de 1961. Los primeros años del Obispo Roa, fueron de recorrer y conocer la Diócesis, las tierras de misión como el sur del lago y el futuro territorio de costa oriental del lago recibieron los desvelos pastorales del nuevo Obispo, la urgente necesidad del Clero, la promoción de las vocaciones, la convocatoria del Concilio Vaticano II, la construcción de Templos y sitios de Culto ocuparon los primeros años de actividad Pastoral de Mons. Roa. Por su preocupación Pastoral promovió, y organizó la nueva Diócesis de Cabimas, el 26 de julio de 1965, entregándole al nuevo Obispo Mons. Constantino Maradei Donato, un buen número de Sacerdotes y Parroquias organizadas. Lo que hace que la pujante región Oriental del Lago hoy sienta la presencia de la Iglesia como la primera promotora del desarrollo integral de esa importante región, en la celebración de sus 40 años de Diócesis. Por la “Bula Regimene Suscepto” de S.S. Pablo VI, con fecha del 30 de abril de 1966 fue creada la Arquidiócesis de Maracaibo y fue designado como Primer Arzobispo. En Marzo de 1968 conservando el título y oficio de Arzobispo de Maracaibo, fue nombrado: Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Mérida, misión que cumplió hasta Octubre de 1969, cuando fue elegido el Arzobispo titular de aquella Arquidiócesis. 
Durante su Gobierno en Maracaibo dedico especial atención pastoral al Seminario, creación de nuevas Parroquias, los Medios de Comunicación Social y la Construcción de Iglesias y Colegios en las Barriadas de la Ciudad. Durante su gobierno se ordenaron 40 nuevos Sacerdotes los cuales prestan sus servicios a la Arquidiócesis y a diferentes comunidades religiosas. Se ordenaron 5 Obispos. En 1970 inauguró una nueva experiencia en la formación de jóvenes a nivel del Seminario Menor. 
En 1975 inició por primera vez en la Historia de la Diócesis el Seminario Mayor, con el Primer Año de Filosofía. Actualmente el Seminario cuenta con 40 seminaristas mayores y 16 Seminaristas menores. Los medios de Comunicación Social de la Arquidiócesis, como instrumento moderno de evangelización fueron sus grandes preocupaciones y de mayores sacrificios, la Arquidiócesis cuenta con un periódico, - Diario “La Columna” (actualmente cerrado) – y dos estaciones de Radio, “La Voz de la Fe” y “NC Stereo”, renovado a una potencia 100 KW de salida. En “La Voz de la Fe” se hizo escuchar todas las semanas en un programa de amplia sintonía “La Voz del Pastor”, donde el Obispo enseñaba e informaba al pueblo de su labor pastoral. En Niños Cantores Televisión transmitió todos los domingos el programa “Cátedra”.
Desde su llegada su gran preocupación fue la presencia de la Iglesia en las Áreas Marginales tan extensas y abandonadas. Esta inquietud lo ha llevado a la construcción y asistencia directa de Colegios Religiosos dependientes de la Arquidiócesis bajo la dirección de Congregaciones Religiosas. En la actualidad esta experiencia consta con 21 colegios con una población estudiantil de 36.000 niños, más un Liceo (Mons. “Juan Hilario Bosset”) con una población estudiantil de 1.600 de Primer Año a Quinto Año. Como miembro del Colegio Episcopal participó en el Concilio Vaticano II en las sesiones correspondientes a los años 1962, 1964, 1965, como Ordinario de Maracaibo. Asistió a la 2da. Conferencia General del CELAM. En Medellín, en Agosto de 1968, por nominación expresa de la Santa Sede. Intervino en III Sínodo de Obispos, como miembro elegido por la Conferencia Episcopal Venezolana, en Septiembre de 1974. Asistió a la III Conferencia del CELAM en “Los Ángeles de Puebla” en Enero de 1979. Como miembro de la Conferencia Episcopal Nacional, participo y presidio diversas comisiones nacionales, entre otras, Catequesis, Apostolado Seglar, Medios de Comunicación Social, Seminarios. A su llegada a Maracaibo existían 31 Parroquias, para atender a 8 de los diez distritos que componían el Estado Zulia. Después de 32 años de trabajo la Arquidiócesis cuenta con 60 Parroquias, para servir al territorio de la Arquidiócesis. Muchos hombres y mujeres hablaron, hablan y hablaran de Mons. Domingo Roa Pérez, sin embargo quiero hacer referencia a la definición que hizo el Excelentísimo Mons. Mariano Parra León Obispo de Cumana el 20 de Noviembre de 1982:“Imposible en unas breves líneas destacar una por una todas las virtudes que adornan la personalidad de Mons. Roa Pérez. 
Tan sólo quiero destacar una de sus mejores galas espirituales, como es la firmeza en los principios y su defensa decidida y valerosa ante cualquier circunstancia. Domingo Roa Pérez es un hombre de una sola facha. Para el no hay virajes tortuosos ni situaciones condicionadas. Cuando se traza una línea, la sigue imperturbable, sin inmutarse ante las dificultades ni siquiera ante de los peligros. Así gobernó a Calabozo y gobernó a Mérida. Así ha venido dirigiendo y guiando a la Arquidiócesis de Maracaibo. Celoso de su dignidad; pero, más celoso de su compromiso como Pastor de la grey Zuliana. Yo lo admiro por la firmeza de sus principios. 
Casi diría que es terco con lo que sostiene y nadie ni nada lo hace ir hacia atrás. Los hombres de su talla no siempre conquistan admiradores, porque, lamentablemente, hoy se admiran, por lo menos por fuera y desde afuera, los hombres veletas, indecisos, acomodaticios a las circunstancias. Sin embargo, no son pocos los que veneran a Monseñor Roa, justamente por lo que vale esta virtud que he querido destacarle. Se la reconocen y lo aprecian de verdad. Justamente, Monseñor Roa Pérez se distingue por esa rectitud por la cual pone todo su entusiasmo y toda su pasión en orden a la educación y formación de los niños y de la juventud de su Arquidiócesis, por la cual dedica esfuerzos, sacrificios, insomnios, dificultades y hasta negaciones. 
Monseñor Roa Pérez es un hombre que mira siempre hacia delante y se angustia profundamente ante la negación de la personalidad que caracteriza hoy a la Educación venezolana. Por eso se revela ante la irresponsabilidad de los maestros, de los forjadores de la futura generaciones, cuando comprueba que no cumplen con el deber, sino que son unos simples cobra-sueldos que chupan al estado la sangre que ellos deberían derramar para formar nuevas generaciones. Y por eso, Monseñor Roa Pérez ha fundado y sostiene, con mil esfuerzos y sacrificios, los pocos institutos de educación en los barrios de Maracaibo. A Monseñor Roa Pérez le duele la situación del pueblo y por eso, se subleva ante la inhumanidad de los médicos que han convertido su noble y humanitaria profesión en una fórmula comercial y las clínicas en poco menos que en oficinas bancarias; y se indigna ante la comercialización que hacen los abogados en sus bufetes al destrozar la justicia y transformarla en bolsa de comercio; y se resiste ante la dureza del corazón de los ricos que amontonan dinero sobre dinero y jamás sienten ablandárseles el corazón ante tanta injusticia y abandono social como reina en el ambiente zuliano, mientras avientan millones en lujosísimas quintas y en la celebración de bodas fastuosas, que hieren el corazón de los que nada tienen y hasta padecen hambre. El Zulia, agradecido, recordará siempre la labor moralizadora y humanizante de este insigne Pastor y mantendrá vivo el recuerdo del hombre que, desde su sitial Arzobispal, fustigó a los inmorales, señalo caminos a los gobernantes politizados y ladrones, censuró a los políticos corrompidos, criticó a los comerciantes de la salud y del bienestar del pueblo zuliano y se preocupó constante y sacrificadamente por el bienestar de las zonas depauperadas de su Arquidiócesis. ”Desde 1978, hasta 1984 ejerce la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana. El 11 de Febrero de 1993 entrega la Arquidiócesis de Maracaibo al segundo Arzobispo Mons. Dr. Ramón Ovidio Pérez Morales. Como Arzobispo Emérito funda la escuela “María Auxiliadora” y la Iglesia de “San Pancracio” en el Barrio Nuevo Horizonte. En 1994 es nombrado Administrador Apostólico de la naciente Diócesis de El Vigía-San Carlos del Zulia, la cual funda, organiza y prepara para ser entregada a su actual Obispo Mons. William Delgado Silva. En junio de 1999 regresa a Maracaibo y es nombrado por el Administrador Apostólico Mons. Tulio Manuel Chirivella, Vicario General de la Arquidiócesis, cargo con el cual muere el 01 de enero del año 2000, después de haber inaugurado el Jubileo del Año 2000.


domingo, 1 de febrero de 2015

DOCENTE DEL AÑO







MAESTROS...


EL EVANGELIO DEL DÍA DOMINGO


Evangelio según San Marcos 1,21-28. 
Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre".
El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea. 


PEREGRINACIÓN POR EL CENTENARIO DE NACIMIENTO DE NUESTRO FUNDADOR