miércoles, 23 de diciembre de 2009

CIRCULAR

CIRCULAR SOBRE LAS ESCUELAS ARQUIDIOCESANAS DE MARACAIBO

MONS. UBALDO RAMÓN SANTANA SEQUERA
ARZOBISPO DE MARACAIBO


A LOS PRESBITEROS DIOCESANOS Y RELIGIOSOS, A LOS DIACONOS PERMANENTES, A LOS RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS, A LOS MOVIMIENTOS DE APOSTOLADO SEGLAR,A LAS COMUNIDADES ECLESIALES, Y A LOS FIELES EN GENERAL

Queridos hijos, hijas, hermanos y hermanas en el Señor,

En el año mil novecientos sesenta y nueve, nuestro recordado predecesor Mons. Domingo Roa Pérez, iniciaba un proyecto educativo que respondía plenamente a las inquietudes de su alma de maestro y de pastor. Continuaba así respondiendo a las exigencias de cambio de una Venezuela que deseaba salir del analfabetismo, siendo consecuente con un proyecto que había anunciado en su Primera Carta Pastoral como Obispo del Zulia: «Multiplicaremos nuestros esfuerzos y diligencias a fin de que llegue a mas niños y jóvenes "el beneficio inestimable de la educación cristiana", que "comprende al hombre entero, espíritu unido al cuerpo en unidad de naturaleza, con todas sus facultades naturales y sobrenaturales, cual nos lo hacen conocer la recta razón y la revelación”».
El siete de enero de mil novecientos sesenta y nueve, en el Barrio El Callao, al sur de Maracaibo, las Misioneras de la Madre Laura procedentes desde Colombia iniciaban la primera escuela promovida por esta Arquidiócesis.
La intención era que esa Escuela se constituyera en un lugar donde se aprendiera a conocer y valorar a Dios y a la Patria, a la vida presente y a la futura, a la ciencia y a la honradez, al espíritu de fraternidad y convivencia, a la estima de su propia dignidad y al respeto de los derechos sagrados de los demás seres humanos.
En palabras de Mons. Roa, allí se trataba de integrar “la familia a la educación, que se convirtiera el Plantel en una prolongación del hogar, una especie de templo por el respeto sagrado hacia los niños, delicados como la flor, imagen de Dios y herederos del reino celestial”.
Muy rápidamente creció esta iniciativa. Hasta el año mil novecientos noventa y dos se habían construido dieciocho escuelas: en Maracaibo, en San Francisco, en Páez, en Mara. En cada una de ellas una congregación religiosa femenina había recibido el encargo de regentar la tarea educativa de los niños más pobres, siempre bajo la mirada vigilante del Arzobispo educador.
Al entregar la administración pastoral de esta Iglesia de Maracaibo, en manos de su sucesor, era grande el patrimonio edificado, no solamente eran dieciocho escuelas, junto a ellas se habían construido templos parroquiales y dispensarios. Con esta infraestructura, se cumplía con el propósito de no solamente educar para la vida, sino que al mismo tiempo se cuidaban el cuerpo y el alma.
Las Escuelas de Mons. Roa, como fueron conocidas durante bastante tiempo, han continuando creciendo. A las edificadas por su promotor, se han ido sumando aquellas impulsadas por algunas parroquias y por sacerdotes, aquellas que pertenecían a los territorios de misión incorporados a los espacios arquidiocesanos y las que han sido entregadas a la Iglesia por instituciones oficiales.
Después de cuarenta años, suman veintinueve las instituciones que se inscriben bajo el nombre de Escuelas Arquidiocesanas de Maracaibo. Ubicadas en las zonas populares de los Municipios de nuestro Estado: 13 en Maracaibo, 10 en San Francisco, 3 en Páez, 2 en Mara y 1 en La Cañada de Urdaneta. Veintiún mil alumnos diariamente acuden a sus aulas, cerca de mil quinientas personas, entre sacerdotes, religiosas, docentes y empleados, hacen posible el trabajo.
El fundamento constitucional de que el Estado debía sostener con sus recursos el servicio público prestado por la iniciativa privada en favor de una educación de calidad para los niños y jóvenes de los sectores más necesitados de nuestra nación sostuvo durante bastante tiempo este proyecto.
Las condiciones han cambiado y los recursos del Estado para las obras de la Iglesia cada vez son más escasos. En la actualidad, la Gobernación del Estado ya no puede asegurar los recursos necesarios para el sostenimiento de nuestras Escuelas. Por ello, se han ido incorporando al Convenio que la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) mantiene con el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE).
Esta realidad nos lleva a dirigir nuestra mirada hacia nosotros mismos, hacia nuestras comunidades y hacia nuestras familias. Así como el Señor, ante el hambre de la gente que lo seguía, manda a sus apóstoles “denles ustedes de comer” (Mt. 14,16); hoy nos dice que el sostenimiento de estas Escuelas es responsabilidad de todos los hijos e hijas de esta Iglesia.
Incontables son los beneficios emanados de estas instituciones educativas, más de veinticuatro mil egresados de sus aulas de clase, ciudadanos responsables que con espíritu cristiano han contribuido a la transformación de sus propias comunidades. Lo que en un principio eran terrenos invadidos y desordenadamente organizados, hoy son sectores consolidados en su urbanismo y en su organización comunitaria. Cada Escuela, con su Iglesia y su Dispensario de salud, ha sido y sigue siendo factor de progreso y transformación para su propio sector.
Es deseo de todos que estos beneficios continúen llegando a todos las regiones de nuestra geografía arquidiocesana. Para ello es necesario que asumamos el compromiso de asegurar su justo sostenimiento.
En el momento presente la escasez de recursos económicos, para cumplir con las obligaciones fundamentales con los trabajadores de nuestras Escuelas, ha colocado en muy serias dificultades a nuestra Arquidiócesis. Durante este año dos mil nueve, como producto de la crisis económica que vive el país, los recursos provenientes del Ejecutivo del Estado Zulia, luego de haber sido reconducidos por dos años consecutivos, han sido recortados en un 25%. Lamentablemente, la situación para el año dos mil diez no se vislumbra de manera diferente.
Debemos preguntarnos, ¿cómo puede nuestra Iglesia Arquidiocesana asumir, por sí sola, una carga tan pesada?; ¿qué se puede hacer?; ¿cruzarnos de brazos ante la angustia y la desesperación de los empleados de nuestras Escuelas?; ¿cerrarlas?; ¿entregarlas en manos del Estado?; ¿privar de la educación católica a tantos miles de niños, niñas y jóvenes?.
Estamos convencidos que esta dura situación es un mandato para cada uno de los católicos de esta tierra zuliana. No podemos permitir que esta gran obra sucumba ante la escasez de recursos de parte del Estado. Seguiremos insistiendo ante el Gobierno Regional para conseguir el máximo posible del presupuesto necesario, continuaremos trabajando con la AVEC para incorporar más Escuelas al Convenio con el Gobierno Nacional.
Queda aceptar la invitación que nos hace el Señor a todos y cada uno de nosotros, “todo lo que pidan al Padre en mi nombre él se los concederá” (Jn. 16,23). Es necesario orar mucho por nuestras Escuelas Arquidiocesanas, pedir constantemente en nuestras eucaristías dominicales y diarias, así como en nuestra oración privada, por su permanencia como gran obra de esta Iglesia, para que sigan dando abundantes frutos. Sabemos que desde la casa del Padre, hacia donde se fue hace 10 años, Monseñor Roa sigue velando por ellas.
Queda obedecer al Señor cuando nos manda a asumir nuestras responsabilidades ante las necesidades del prójimo. Por esta razón, es necesario organizarnos para apoyar nuestra obra educativa e invitar a todos los fieles de buena voluntad a que se unan a las iniciativas que vienen adelantando algunos miembros del sector privado a favor de esta gran obra,
Todos debemos presentar nuestra ofrenda generosa, sin importar del tamaño que sea, para hacernos participes de la obra del Señor y lograr así que se siga realizando el milagro, y los bienes de la creación alcancen para todos.
Por estos motivos invitamos a que en cada Parroquia se organice la pastoral de la educación con la finalidad de apoyar de manera permanente a esta obra fundamental de nuestra Arquidiócesis.
Igualmente, ante la grave situación de escasez de recursos económicos destinados a esta obra, mandamos que se realice una colecta especial en todos los templos parroquiales, iglesias filiales y rectorías de nuestra Arquidiócesis, en las eucaristías del domingo trece de diciembre, y en las celebraciones de la novena de preparación a la navidad así como en la solemnidad del mismo día de Navidad.
Procuren los sacerdotes, diáconos y ministros instituidos, exhortar a los fieles sobre la grave problemática por la que atraviesan nuestros planteles educativos e invitarlos a manifestar su mayor generosidad para asegurar el sostenimiento de este apostolado. La participación activa del pueblo fiel en esta colecta pondrá de manifiesto su solidaridad y lo hará crecer en corresponsabilidad cristiana. Será un digno motivo para celebrar como familia arquidiocesana la Navidad del Señor en el dos mil nueve.
Invoco sobre cada uno de los fieles de esta Arquidiócesis la protección de la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, y pido para que durante esta Navidad reciban los mayores dones de paz y bienestar para sus familias, para el Zulia y para Venezuela entera.
Les doy mi bendición.
En Maracaibo, a los ocho días del mes de diciembre de dos mil nueve, Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

+ Ubaldo R. Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo

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