viernes, 21 de marzo de 2008

VIERNES SANTO

Tema: Cristo, modelo de la vivencia del celo apostólico

Fruto - Petición:
Jesucristo, que viendo tu ejemplo de dinamismo, entusiasmo y deseos de cambiar el mundo, no me quede con los brazos cruzados, sino que siga tu ejemplo y me lance con intrepidez a hacerte reinar en los corazones de mis hermanos los hombres.

Puntos a Meditar:

1. Cristo, hombre posesionado por la misión.

Cristo se presenta como un hombre entregado a la realización del plan del Padre: salvar al hombre. Toda su vida está polarizada en torno a la misión. En el campo de las relaciones humanas todo lleva una intencionalidad, no hay lugar en Él para una amistad neutra, sabe orientar todo hacia el anuncio del Reino de Dios. Así, cuando algunos discípulos de Juan Bautista quieren saber quien es Él, que hace, donde vive, les invita a acompañarle; después de la conversación, éstos jóvenes inquietos han sido ganados para la causa del Reino. Cuando entabla conversación con la mujer de Samaria (Jn 4, 4 ss) como sabe llegar con finura psicológica y con habilidad pedagógica hacia una realidad trascendente, hacia el terreno de su misterio personal y de su misión.

2. El alimento de Cristo.

Necesitamos, como Cristo, no tener otro alimento que la voluntad del Padre. Alimentar nuestra psicología, criteriología, nuestro mundo afectivo y sentimental, nuestra voluntad con la riqueza, el esplendor y la enjundia del Plan de Dios.
A Cristo todas las realidades materiales le hablan de Dios, todo es oportunidad para anunciar el mensaje de Dios...

3. Cristo un hombre dinámico.

En toda la vida de Cristo, en su persona y en su psicología, una fuerte tensión: no es un tipo apático, amorfo, flemático, comodón, instalado, sino un hombre que mira hacia el horizonte del mundo, escruta los signos de los tiempos, lucha y se esfuerza con ímpetu por llevar al cabo la tarea encomendada. Es un hombre dinámico, impaciente, si podemos hablar así, por la misión : " Yo he venido a echar fuego sobre la tierra. ¿ Y qué he de querer sino que encienda?" Tengo que recibir un bautismo, ¡ y como me consumo hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer la paz a la tierra? No he venido a traer la paz, sino la espada." (Lc 12, 49-51).

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