jueves, 31 de mayo de 2012

VISITACIÓN

¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!
(Lc 1,39-56)
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 Celebramos hoy la Visitación de la Virgen. Lee el Evangelio de este día pulsando aquí
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Desde hace un año y medio este blog es testigo de las experiencias de una persona que tras mucho tiempo alejado, Dios le pide que vuelva pero el carácter tozudo del protagonista continuamente le pide saber el porqué de lo que está haciendo.
Mala mezcla, “los porqués” y la fe.
Pero ahí andamos, caminando con la luz que envía el Señor, a veces deslumbrante, otras igualmente destelleante pero yo me empeño en verla más tenue, y en otras ocasiones es uno el que acaba por apagarla… pero Él la vuelve a encender.
Recién llegado de nuevo a esta Casa, mi dirección espiritual me enseñó una oración. Era de un texto claro y directo, de las que me gustan a mi. Con el tiempo fui entendiendo que la proclamó María llena de gozo por las maravillas que Dios había hecho en ella.
María, de naturaleza humana como yo, recibió en su seno al hijo de Dios y el día en que es realmente consciente de ello, al visitar a su prima que la hacer ver que quien lleva dentro va a cambiar la humanidad, proclamó una serie de alabanzas al Señor que desde entonces deberían estar grabadas en la mente de cualquier cristiano.
Estamos hablando de la oración de EL MAGNIFICAT
Con el tiempo, fui aplicando correctamente el uso de esta oración. Comencé a darme cuenta de que los acontecimientos nos ocurren por la grandeza del Señor. Que no todo es penar. Hay muchos hechos que desbordan nuestra razón y que nos hacen inmesamente felices y en la mayoría de los casos llegan de forma sorprendente.
Buenas noticias, acontecimientos deseados que por fin acontecen, logros por los que se luchan y que culminan satisfactoriamente, o simplemente días de felicidad espontánea merecen el rezo, la proclamación, de un Magnificat.
En tiempos de zozobra, oí en una ocasión: “Amanece, que no es poco: voy a rezar un Magnificat”. 
Pues eso. Ahora es un buen momento para dar gracias al Señor por las maravillas que hoy  ha hecho en ti.
Comparto contigo la oración cantada por la Hermana Glenda. Emocionante como cada una de

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre.

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