martes, 17 de junio de 2008

SALMO DE CORAZÓN ABIERTO

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo.
Por ti, que me llamas de nuevo a la existencia,
Por ti, que animas mi vida y la despiertas.
Por ti, que abres mi corazón a la luz y lo llamas a estar atento, vigilante.
Por ti, que me quieres presente, unificada, toda entera y en armonía.

Tengo sed de ti, de tu amor y lealtad.
Tengo sed de ti, de tu paz y tu perdón.
Tengo sed de ti, de tu pureza y tu alegría.
Tengo sed de ti, de tu fortaleza y bondad.
Mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

Todo mi ser se abre a tu gracia esperando el rocío de la mañana.
Toda mi vida tiende a ti esperando tu vida sin término.
Mi corazón, en mi interior, se alegra viendo tu fuerza y tu gloria en mí.

Tú me das razón para existir.
Tu vida es el sentido de mi existencia.
Tu lealtad vale más que la vida.
Tu amistad, más que todos los triunfos.
Quiero saciarme de tu presencia.
Quiero llenarme de tu Santo Espíritu.
Quiero sentirme en plenitud de tu gracia.

En el lecho me acuerdo de ti.
Tú estás despierto en mi noche.
Cuando me despierto en el silencio de la noche
mi corazón descubre que tú vives en él.
A la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi aliento está pegado a ti.
Tu amor me sostiene.

Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque mi vida te pertenece.
Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque tu vida me pertenece.

Oh Dios, por ti estoy siempre despierta.
Por ti me mantengo en pie, en vela.
Por ti madrugo siempre que se hace tiniebla en mi vida.
Por ti comienzo siempre, aunque me sienta cansada.
Oh Dios, tú eres mi Dios: ¡Un Dios vivo!

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