martes, 29 de enero de 2008

LINEAS DE ACCIÓN DEL PROYECTO EDUCATIVO DE MONS. ROA PÉREZ


Podemos ilustrar las líneas del proyecto educativo de Mons. Roa Pérez:

1. Recuperar la dignidad

Los resultados de la educación en Venezuela nos hablan que de 100 niños inscritos en Primer grado solo 57 culminan el Sexto grado, 25 finalizan el ciclo básico, 20 logran el título de Bachiller y 3 coronan una carrera universitaria (Memoria del Ministerio de Educación 1974). La Iglesia busca devolver a la gente la confianza en sus propias capacidades, en la posibilidad de enfrentar con decisión y en colaboración estrecha con la familia y el gobierno, los múltiples problemas que afectan la situación de la educación en el País. La Iglesia cree y decide dar pasos para superar esta situación (Carta Pastoral de los Obispos sobre Educación y Futuro Nacional 15 de Enero de 1976). No se trata de una prédica ilusionista y vacía de contenido, sino de una posibilidad muy real, como lo demuestran las múltiples iniciativas que han surgido en los barrios a través de las escuelas arquidiocesanas, la gran experiencia de instituciones como Fe y Alegría, institución ampliamente conocida a nivel nacional e internacional, la cual es un ejemplo concreto de cómo se puede educar bien a los más pobres sin dejarse llevar por el desaliento o las dificultades que surgen a cada paso.

El problema ha sido hasta ahora de tipo político, más que educativo o económico, porque para definir esos y otros parámetros de reforma se han tomado en cuenta solamente los efectos de propaganda que ejercían declaraciones retóricas sobre extensión de la educación, inauguración de instituciones educativas, gratuidad de la enseñanza a todos los niveles, etc. Es hora de establecer criterios realistas y a largo plazo, que orienten la distribución equilibrada del presupuesto educativo, con mayor atención al Preescolar y a la Básica; que limiten la gratuidad de la educación oficial a los que realmente no puedan pagar; que diseñen reformas educativas bien validadas y confrontadas con los docentes y la comunidad educativa; que promuevan la formación de docentes con gran sentido vocacional y bien pagados; que racionalicen y hagan eficaz el servicio de los técnicos educativos, etc.

2. Promover la lectura, escritura y el razonamiento matemático.

Mons. Roa decía con frecuencia que hay niños en las escuelas que leen como la gallina bebiendo agua y no puede ser, cuentan con los dedos y les sobran dedos o le faltan dedos; de allí que en las escuelas arquidiocesanas hay que enseñar a leer y escribir correctamente, hay que enseñarles las operaciones básicas de suma, resta, multiplicación y división. La inmensa mayoría de los niños aprenden poco y mal, pierden su tiempo lastimosamente y no adquieren los hábitos fundamentales de regularidad en el trabajo, del sentido de la responsabilidad y el orgullo de la obra bien hecha, condiciones que son indispensables para que el niño pueda continuar el proceso de la enseñanza comenzado en el kinder. Ante esta frustración, las familias desincorporan a los hijos de la escuela y los incorporan prematuramente al campo de trabajo ya que no le ven al estudio ninguna utilidad o beneficio.

3. La capacitación para el trabajo:

Mons. Roa respaldo incansablemente la labor del Padre Emilio Blaslov en la A.P.E.P. Desde la Conferencia Episcopal promovió la construcción y equipamiento de talleres en toda Venezuela. Mons. Roa fue el gran impulsor del convenio INCE-IGLESIA y buscaba de esta forma no solamente que en niño fuera adiestrado para un oficio sino tambien la creación de actitudes fundamentales para la vida útil y productiva, la satisfacción de hacer bien las cosas, la responsabilidad en el trabajo encomendado, constancia y empeño, superando dificultades inherentes al esfuerzo intelectual o manual, gusto por el conocimiento práctico, etc. Haciendo descubrir al alumno que la capacitación para el trabajo lo ubica en relación amplia en el futuro campo de trabajo y el desempeño de múltiples obligaciones y compromisos adquiridos.

4. Rescatar la vocación del docente.

El éxito de las escuelas arquidiocesanas está en su personal: directivo, administrativo, docente y obrero; cada escuela debe ser un templo a la sabiduría y a la grandeza del hombre como persona e hijo de Dios. Mons. Roa recomendó ampliamente a las Hermanas la atención a los maestros para lograr alcanzar la mística de un servicio profesional de alta calidad y entrega sacrificada a los alumnos que al final la sociedad reconocerá.

En la Carta Pastoral Colectiva del Episcopado sobre Educación y Futuro Nacional, los Obispos llaman a todos los docentes venezolanos, cualquiera que sea el área o programa que le este asignado a cumplir los objetivos propuestos por la constitución y lo cumplirán en la medida en que con mística de amor y de servicio respondan a su alta vocación como fieles soldados de una nueva gesta liberadora. De ellos más que de las leyes depende el futuro de la patria. Por ello, el educador debe mantenerse en formación permanente y corroborar su enseñanza con el ejemplo de su propia vida. La capacitación, laboriosidad y responsabilidad serán el mejor instrumento educativo para el ansiado desarrollo integran del país. La docencia no debe ser considerada ni ejercida como una profesión más ni como un simple medio de subsistencia ni mucho menos como una desaforada carrera tras el dinero, ni tampoco como una plataforma de proselitismo ideológico y partidista

5. Participación de la familia en la escuela.

En las distintas reuniones con las hermanas Mons. Roa insistía en la vida comunitaria de las religiosas “ustedes son el hogar en donde los padres de familia se fijan como viven, si su casa esta limpia, arreglada y en orden, si ustedes viven en paz, ayudándose, socorriéndose una a otra, siendo solidarias entre si y dispuestas siempre al servicio, ustedes serán ya el ejemplo vivo de cómo tiene que ser la familia y la casa del niño” “hay que trabajar con los padres de familia para que ellos sientan la escuela como propia, colaborar en sus mejoras, en el mantenimiento de las instalaciones físicas, hay que animar a los padres para que trabajen en la vigilancia y participen de los planes conjuntos de información y prevención del mal, para evitar el grave flagelo de la droga y la delincuencia, hay que crearles conciencia acerca de la responsabilidad que les compete en la educación de los hijos y el la colaboración estrecha que deben brindarle a la escuela”

Conclusión.

Al recordar a Mons. Roa en este segundo Congreso de Maestros debemos reafirmar sus ideales, principios y conceptos: respeto a la individualidad de cada alumno y a su ser como persona, la necesidad de entroncar la educación con el bien común, con el bienestar y progreso social, para afianzar y enriquecer los valores de identidad nacional para fortalecer la conciencia histórica del país, consolidar la soberanía nacional, haciendo de cada escuela un santuario de la sabiduría y del amor a Dios.

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